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San Ignacio de Loyola

Comenzando a discernir con San Ignacio de Loyola

¿Sabías que, a lo largo de un día, tomas 35 000 decisiones? Un grupo de estudiosos (o, curiosos) se dio a la tarea de contar la cantidad de veces en las que un adulto promedio escoge una cosa luego de pensar sobre varias posibilidades y llegó a este sorprendente número. Cada minuto tomamos decisiones tales como qué llevarme para el almuerzo hoy, cómo vestirme para el trabajo, qué decirle a mi hijo cuando me pida permiso para salir con sus amigos, a dónde ir este próximo fin de semana e incluso qué creer. Con tantas oportunidades para elegir, es natural que en ocasiones nos sintamos abrumados, confundidos o pensativos sobre si la decisión que he tomado es la correcta. A veces, esto puede llevarnos hasta a cuestionarnos el futuro: ¿Cuál es mi vocación en la vida? ¿Será que ya es muy tarde para mí? ¿Valdrá la pena todo este esfuerzo?

San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (mejor conocida como «los jesuítas»), tuvo que tomar una decisión crucial en su vida. Ignacio, o Íñigo López (su verdadero nombre), inició su carrera como soldado para el reino de Castilla. A los treinta años -en pleno apogeo de su vida- tenía sus planes y metas claras. Sin embargo, un día le cambió toda la vida. Tras resultar gravemente herido en una batalla en Pamplona, lo cual lo dejaría cojo para toda la vida, convaleció en Loyola por un largo tiempo. A partir de ese instante, Ignacio comenzó a replantear su vida y se enfrentó a una encrucijada. ¿Estaría en el lugar indicado? ¿Qué debo hacer ahora? Su largo periodo de reflexión le sirvió como escuela de discernimiento, lo cual lo condujo a su conversión y cambio de vida. A partir de este momento, se dedicó a ayudar a otros a aprender a escuchar la voz de Dios y discernir su llamado particular.

En sus Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos ofrece una guía espiritual para aprender el discernimiento, o sea, a descifrar lo que Dios quiere que hagamos en un momento dado. En ellos, propone varias meditaciones y exámenes para disponer la conciencia a estar plenamente receptiva a lo que el Señor quiera comunicarle según las circunstancias específicas. En su obra, San Ignacio nos revela tres actitudes fundamentales que debemos de tener antes de comenzar el proceso de discernimiento: libertad interior, disposición de entrega y reflexión diaria.

Libertad interior

«Antes de entrar á la elección, debe el alma ponerse del todo indiferente para el estado, ò extremos, de que quiere deliberar, deseando solo, que Dios le enseñe el que mas le conviene, para servir á su Magestad, y confiando no se esconderá aquel Señor, que se descubre á veces aún á quièn no le busca.»

Según San Ignacio, para poder tomar una decisión plenamente consciente, una persona debe ser libre de toda presión externa o interna. También, factores tales como los apegos, la ansiedad, las compulsiones y los malos hábitos minan, o inclusive pueden anular, la facultad crítica de una persona, por lo que será necesario dar prioridad al trabajo interior. El Padre Anselm Grün, monje benedictino, guía espiritual y uno los autores cristianos más leídos de nuestro tiempo, ha escrito decenas de libros abordando la importancia de conocerse a uno mismo, tomar en cuenta las emociones y cambiar nuestra perspectiva para alcanzar la libertad de las dependencias y las presiones. La Colección Desarrollo Personal (6 vols.) incluye varios de sus excelentes títulos, incluyendo ¿Qué quiero? Coraje para tomar decisiones.

Disposición de entrega

«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer: Vos me lo distes, á Vos, Señor, lo torno, todo es vuestro, disponed á toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.»

Los Ejercicios Espirituales requieren que la persona busque la dirección de Dios con mente y corazón abiertos, sin tener ideas preconcebidas. Esto implica acercarse a Dios con plena generosidad, sin ponerle condiciones a lo que pueda llamarnos. Aunque tal disposición requerirá valentía, puesto que se está cediendo el control y aceptando su voluntad, es importante entender la voluntad de Dios y nuestra felicidad no son mutuamente excluyentes. El autor José Castillo, en su libro Dios y nuestra felicidad, arroja luz en ello, aclarando que «la cuestión está en comprender que la voluntad de Dios es que el hombre sea feliz. Porque la aspiración suprema de Dios coincide con la aspiración suprema del ser humano» (p. 73).

Reflexión diaria

«Á la noche después no se ha de acostar sin hacer el exámen general cotidiano de la conciencia con el Acto de Contrición.»

San Ignacio propone hacer un inventario de nuestra vida cada día, siguiendo este formato: 1) Puesto de rodillas, nos persignamos y damos gracias al Señor por los bienes recibidos a lo largo del día, 2) pedimos luz y gracia para conocer nuestras faltas, 3) repasamos nuestro día, tomando conciencia de lo positivo y lo negativo, 4) damos gracias por lo bueno y pide perdón y sanación por lo malo y 5) nos proponemos a ser mejores personas, apoyándonos plenamente en su amor y gracia. Este paso requerirá al menos un conocimiento básico de las Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia; si necesitas familiarizarte con estos, recomiendo los siguientes recursos para comenzar (la Biblia de Jerusalén Latinoamericana (BJL), el Catecismo de la Iglesia Católica y el libro Los diez mandamientos: Camino hacia la libertad).

Louis Meléndez, gerente de producto de Verbum Español, es originario de Puerto Rico y ha trabajado en los EE. UU. y Canadá ofreciendo conferencias sobre catequesis, discernimiento matrimonial y procesos del tribunal eclesiástico, y actualmente estudia Derecho Canónico en la Universidad St. Paul en Ottawa.

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